martes, 5 de abril de 2016

La Ley de Cristo - 2da. Parte (¿Qué es la Ley de Cristo?)

La Ley de Cristo – 2da. Parte

¿Qué es la Ley de Cristo?

La Ley, entendida como las Escrituras del AT, fue cumplida en Cristo

Mucho se ha debatido si Cristo vino a cumplir la Ley de Moisés para perpetuarla[1] o si vino a cumplirla para ser el sujeto perfecto para satisfacer la justicia de Dios en la Cruz, estableciendo así su propia Ley bajo la cual habría de estar su pueblo bajo el Nuevo Pacto inaugurado en su sangre.

Muchos aluden a Mat 5.17-20, para decir que Jesús no vino a abrogar la Ley de Moisés, sino para cumplirla y dejarla intacta para sus discípulos (aquellos que habrían de creer en Él):
“No penséis que vine a abrogar la Ley o los Profetas; no vine a abrogar, sino a dar cumplimiento. Porque de cierto os digo: Hasta que pase el cielo y la tierra, de ningún modo pasará una jota, ni un trazo de letra de la Ley, hasta que todo se haya cumplido. Por tanto, cualquiera que suprima uno solo de estos mandamientos más pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos, pero cualquiera que los practique y enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los escribas y fariseos, de ningún modo entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 5.17–20, BTX).
Un estudio breve del texto nos arroja las siguientes conclusiones:
1.              Jesús no vino a abrogar la Ley o los Profetas sino que vino a darles cumplimiento; es decir, las Escrituras del Antiguo Testamento señalaron, apuntaron como sombras y figuras a la realidad presentada por Cristo. Desde el Génesis hasta Malaquías, constantemente las Escrituras al AT señalaban a una realidad a cumplirse en el Mesías.
2.              Jesús no vino a “abusar” de las Escrituras del AT y a darlas por “obsoletas”; todo lo contrario, vino a cumplir todos y cada uno de los mandamientos de la Ley que le aplicaban; constituyéndose así como el sacrificio perfecto (pues nunca pecó – 1Pe. 1:19; Heb. 4:15) y satisfacer así los perfectos requerimientos de la justicia divina en la cruz.
3.              Cuando Cristo dijo que “de ningún modo pasará una jota, ni un trazo de letra de la Ley, hasta que todo se haya cumplido”, claramente está haciendo uso del término Ley como refiriéndose a todo el AT y no solamente a lo que hoy se conoce como el decálogo; podemos ver casos en los que se hace referencia a textos del AT como la “Ley”; sin embargo, no son propiamente textos legales del Pentateuco: a) 1Cor. 14:21, en el que se cita a Isa. 28:11-12; b) Juan 15:25, citando al Salmo 35:19 y 69:4; c) Juan 12:34, haciendo alusión a Daniel 7:13-14 e Isaías 9:7; d) Juan 10:34, citando el Salmo 82.; por lo tanto, cuando Jesús indica que ni una jota, ni un trazo de letra de la Ley habrán de pasar hasta que todo haya sido cumplido, quiere decir que Jesús habrá de cumplir todo lo que está escrito en el AT acerca de él, especialmente en los escritos proféticos, que también se hayan en la TANAK.


¿Por qué Jesús no se está refiriendo a la permanencia del decálogo en esta frase?
a)              Cuando Cristo habla de “La Ley”, claramente está refiriéndose a todas las Escrituras del AT y no solamente a los 10 mandamientos. De hecho, el decálogo no tiene ninguna asociación profética respecto al Mesías.
b)             El autor a los Hebreos nos señala que al haber un cambio de Sacerdocio, siendo Cristo nuestro Sumo Sacerdote en el Nuevo Pacto, es necesario que haya un cambio de Ley:
“Porque cambiado el sacerdocio, necesariamente ocurre también un cambio de ley” (Heb. 7.12, BTX). Si nuestro Señor nos hubiera querido decir que el decálogo como parte de la Ley del Antiguo Pacto debía permanecer, entonces el autor inspirado de Hebreos estaría contradiciendo lo que dijo Jesús.
c)              Aunque en muchas ocasiones ya lo hemos mencionado, es necesario repetirlo: La división tripartita de la Ley (o cualquier otro tipo de división de esta) puede hacerse para puros efectos analíticos; sin embargo, llevar tal división para propagar la permanencia de lo que las Escrituras de NT abolen, simplemente es un error teológico grave.
4.              Jesús en el verso 19 advierte sobre el castigo que habrá de recibir cualquiera que suprima uno solo de “estos mandamientos”; ahora bien, ¿a qué mandamientos se refiere? Ya vimos que en el versículo anterior, Jesús hace referencia al cumplimiento de toda la Ley, refiriéndose a las Escrituras del AT; por otro lado, vemos a Jesús en el contexto inmediato, en Mateo 5 al 7 dictando su “Sermón del Monte”, el cual es la base sobre la cual habría de descansar su propia Ley, bajo el Nuevo Pacto; por lo tanto, los mandamientos a los que Cristo se está refiriendo son aquellos a los cuales Él habría de dar y bajo los cuales habríamos de estar como parte de la Ley de Cristo en el NP. Lo anterior es confirmado por el hecho de que:
a.               Cristo está considerando a aquellos que hagan buen uso de Su Ley, una vez que hemos entrado al Reino de los Cielos (nótese la advertencia: “…muy pequeño será llamado en el reino de los cielos”); si lo que construimos encima del fundamento, el cual es Cristo, es heno, madera y hojarasca, todo será quemado, aunque seamos salvos “así como por fuego” (1Cor. 3:14-15); ver Mat. 5:3, donde claramente Jesús estaba estableciendo las bienaventuranzas de aquellos que serían tenidos por dignos de entrar al Reino de los Cielos.
b.              La partícula “oun” (Gr. οὖν) que funciona como una conjunción transicional y que correctamente traduce la BTX como “por tanto” en el versículo 19 (ejemplos: Mat. 1:17; Rom. 5:1; 6:4; 13:10); lo cual claramente indica que Jesús estaba declarando que al venir a cumplir todo lo que se había profetizado y señalado acerca de Él, también tenía que cumplir la profecía que el mismo Moisés había hecho respecto a Él:
“YHVH tu Dios te levantará un profeta como yo de en medio de ti, de entre tus hermanos. A él escucharéis. Conforme a todo lo que pediste a YHVH tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a escuchar la voz de YHVH mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera. Entonces YHVH me dijo: Bien está lo que han hablado. Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú, y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que Yo le ordene. Y sucederá que cualquiera que no obedezca a mis palabras que él hablará en mi Nombre, Yo mismo le pediré cuentas de ello.” (Deuteronomio 18.15–19, BTX)
Por lo tanto, dando cumplimiento a las palabras profetizadas acerca de su carácter como legislador, Cristo está dispuesto a emitir sus mandamientos como Aquél que es Legislador sobre el Nuevo Pacto que habría de inaugurar mediante el derramamiento de su propia sangre (Luc. 22:20).
c.               Todos y cada uno de los mandamientos que Jesús contrasta con su enseñanza (de entre los dados por los fariseos como los dados por Moisés), es a través de la fórmula: “Pero Yo os digo” (Mat. 5:22, 28, 32, 34, 39, 44). Es importante resaltar que ningún rebino, profeta o maestro del AT, pudo jamás nunca haber dicho ante un Mandamiento directo del decálogo “Pero Yo os digo…”
5.              Finalmente, Jesús advierte que nuestra justicia debe ser mayor a la de los escribas y fariseos para “entrar al Reino de los Cielos”, lo cual claramente apunta al hecho de que la justicia perfecta de Cristo es imputada a nosotros en el Nuevo Pacto quienes hemos confiado en Su sacrificio en la cruz para el perdón de nuestros pecados (Rom. 5:1; 1Cor. 1:30).
Debemos hacer notar que si podíamos pensar en algún personaje como “guardador” de la Ley en los tiempos de Jesús, claramente la primera imagen que se nos pudo haber venido a la mente es la de los fariseos y de los escribas quienes incluso “diezmaban el eneldo y el comino”; sin embargo, lo hacían de una manera religiosa, abandonando el verdadero sentido de la Ley, la cual apuntaba a la justicia, la misericordia y la adoración al Único y Verdadero Dios.
Jesús vino a corregir a:
a.               Las leyes impuestas por los rabinos a través de la tradición judía (El Hagadá, El Halaká, el Talmud, entre otros escritos de interpretación rabínica.) todo lo cual era producto del corazón del hombre y mandamientos de hombres y cuyos mayores exponentes eran los escribas y fariseos
Jesús también vino a decretar mandamientos mucho más excelentes que la Ley de Moisés:
b.              Las Leyes del Antiguo Pacto; ¿pero por qué se debía abrogar la Ley del Antiguo Pacto? El Nuevo Testamento abunda en conclusiones respecto a las razones del porqué la Ley es abrogada y cómo es que el cristiano bajo el Nuevo Pacto ya no está bajo la Ley; es decir, bajo la Ley del Antiguo Pacto:
                                                                                                                              i.            “Pero si estuviera en la tierra, no sería sacerdote en manera alguna, habiendo aún quienes siguen presentando ofrendas según la Ley; los cuales son figura y sombra de las cosas celestiales, como le fue advertido a Moisés cuando estaba por terminar el Tabernáculo…” (Hebreos 8.4–5, BTX)
                                                                                                                           ii.            Porque la Ley, teniendo meramente una sombra de los bienes destinados a venir, no la imagen misma de las cosas, nunca puede perfeccionar a los que se acercan por medio de los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año. De otra manera, ¿no habrían cesado de ser ofrecidos, puesto que los que adoran, una vez purificados, no tendrían ya más conciencia de pecado? Pero en ellos se hace memoria de los pecados cada año, porque es imposible que la sangre de toros y de machos cabríos pueda quitar pecados. Por lo cual, entrando en el mundo, dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Pero me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones no quisiste. Entonces dije: He aquí vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad. En la cabecilla del rollo está escrito acerca de mí. Diciendo antes: Sacrificios y ofrendas y holocaustos y expiaciones no quisiste ni escogiste (las cuales cosas son ofrecidas según la Ley). Entonces ha dicho: He aquí, he venido para hacer tu voluntad. Quita lo primero, para establecer lo segundo (Hebreos 10.1–9, BTX).
                                                                                                                        iii.            “Por tanto, nadie os juzgue en comida, o en bebida, o respecto a solemnidades, o novilunio, o sábados, lo cual es sombra de las cosas venideras, pero la realidad es de Cristo (Colosenses 2.16–17, BTX).
                                                                                                                       iv.            “Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros, pues no estáis bajo la Ley, sino bajo la gracia. ¿Entonces, qué? ¿Pequemos, pues no estamos bajo la Ley, sino bajo la gracia? ¡De ninguna manera! ¿Acaso no sabéis que a quien os presentáis como siervos para obedecerle, siervos sois de aquel a quien obedecéis, ya sea del pecado para muerte, o de la obediencia para justicia? Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y habiendo sido libertados del pecado, fuisteis hechos siervos de la justicia (Romanos 6.14–18, BTX).
                                                                                                                          v.            “Digo, pues: Andad en el espíritu, y no satisfagáis los deseos apasionados de la carne. Porque la carne tiene deseos contrarios a los del espíritu, y el espíritu a los de la carne, y éstos se oponen entre sí para que no hagáis lo que deseáis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la Ley (Gálatas 5.16–18, BTX).

¿Qué es la Ley de Cristo?

La Ley de Cristo tiene muchas definiciones en el Nuevo Testamento, pero en todas ellas:
1.              Es contrastada con la Ley de Moisés
2.              Para cumplirla, se requiere ser parte del Reino de los Cielos y de esta manera estar capacitado por el Espíritu de Dios para llevar a cabo sus demandas
3.              Es definida en términos distintos bajo los cuales la Ley de Moisés es establecida, enfatizando la nueva realidad y la nueva libertad que gozamos en Cristo
4.              Se hace referencia a ella como una Ley que es parte del Nuevo Pacto profetizado y cumplido en la obra, muerte, resurrección, glorificación y segundo advenimiento del Hijo de Dios, Jesús, el Mesías.

a.               “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que no pudo hacer la Ley, ya que era débil por causa de la carne, lo hizo Dios enviando a su propio Hijo en semejanza de nuestra carne pecaminosa, y por el pecado, condenó al pecado en la carne, para que la exigencia de la Ley fuera cumplida en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al espíritu. Porque los que viven según la carne, tienen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven según el espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la manera de pensar de la carne es muerte, pero la manera de pensar del espíritu, es vida y paz; porque la manera de pensar de la carne es enemistad contra Dios, pues no se sujeta a la Ley de Dios, porque tampoco puede. Así que, los que están en la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, por cuanto el Espíritu de Dios vive en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, éste no es de Él” (Romanos 8.1–9, BTX).
b.              “Nuestra epístola sois vosotros, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres; siendo manifiesto que sois una epístola de Cristo ministrada por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de corazones de carne. Y tal confianza tenemos ante Dios, por medio de Cristo. No es que seamos suficientes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia proviene de Dios; el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un Nuevo Pacto, no de la letra, sino del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu vivifica. Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar los ojos en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro (la cual se desvanece), ¿cómo no será con más gloria el ministerio del Espíritu? Porque si en el ministerio de condenación hay gloria, mucho más abunda en gloria el ministerio de la justicia. Pues aun lo que fue glorioso, no es glorioso en esta parte, a causa de la gloria que lo sobrepasa. Porque si lo que tenía que ser abolido pasó por medio de gloria, mucho más permanecerá en gloria lo que permanece (2 Corintios 3.2–11, BTX)
c.               “Pero el entendimiento de ellos se embotó, porque hasta el día de hoy, sobre la lectura del Antiguo Pacto, permanece el mismo velo no descorrido, que por Cristo es quitado. y aun hasta el día de hoy, siempre que es leído Moisés, un velo está puesto sobre el corazón de ellos, pero cuando alguno se convierte al Señor, el velo se va quitando, porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad (2 Corintios 3.14–17, BTX)
d.              “Pero ahora ha obtenido un ministerio aún superior, por cuanto también es mediador de un mejor pacto, el cual está basado sobre mejores promesas. Porque si aquel primero [Pacto] hubiera sido sin defecto, no se hubiera procurado lugar para un segundo. Porque reprochándolos, dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré para la casa de Israel y para la casa de Judá un nuevo pacto; No como el pacto que hice con sus antepasados El día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto. Porque ellos no permanecieron fieles en mi pacto, Y Yo me desentendí de ellos, dice el Señor. Por lo cual éste es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en su mente, Y las escribiré en su corazón, Y les seré por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y ninguno enseñará a su conciudadano, Ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor, Porque todos me conocerán, Desde el menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus iniquidades, Y nunca jamás me acordaré de sus pecados. Al decir: Nuevo, ha declarado anticuado el primero; y lo que es anticuado y va caducando, está próximo a desaparecer (Hebreos 8.6–13, BTX)
e.                “Diciendo antes: Sacrificios y ofrendas y holocaustos y expiaciones no quisiste ni escogiste (las cuales cosas son ofrecidas según la Ley). Entonces ha dicho: He aquí, he venido para hacer tu voluntad. Quita lo primero, para establecer lo segundo. En esa voluntad somos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesús el Mesías una vez por todas. Y todo sacerdote en verdad está de pie día tras día ministrando y ofreciendo repetidamente los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados. Pero Éste, habiendo ofrecido un solo sacrificio para siempre por los pecados, se sentó a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies. Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos testifica también el Espíritu Santo, porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos: Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré; añade: Y ya nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades. Porque donde hay remisión de estas cosas, no hay más ofrenda por el pecado” (Hebreos 10.15–18, BTX)
f.                Cristo nos libertó de la maldición de la Ley, hecho maldición por nosotros (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que la bendición de Abraham llegara a los gentiles por Cristo Jesús, a fin de que por medio de la fe recibamos el Espíritu prometido…Y esto digo: La Ley, creada cuatrocientos treinta años después, no abroga un pacto previamente ratificado por Dios para invalidar la promesa (Gálatas 3.13–14, 17, BTX)
g.               ¿Entonces la Ley está en contra de las promesas? En ninguna manera, porque si hubiera sido dada una ley que puede dar vida, la justicia sería verdaderamente por la Ley. Pero la Escritura encerró todo bajo pecado, para que la promesa de la fe en Jesucristo fuera dada a los que creen. Y antes que viniera la fe, estábamos encerrados bajo la Ley, confinados para la fe que iba a ser revelada. Así que la Ley ha sido nuestro tutor hasta Cristo, para que por medio de la fe fuéramos declarados justos. Y habiendo venido la fe, ya no estamos bajo tutor, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús” (Gálatas 3.21–26, BTX)
h.              “…porque habiendo sido proclamados por Moisés todos los mandamientos de la Ley a todo el pueblo, tomando la sangre de los becerros, con agua y lana escarlata e hisopo, roció el rollo mismo, y a todo el pueblo, diciendo: Esto es la sangre del pacto que Dios os mandó. Y de la misma manera, roció con la sangre el Tabernáculo y todos los utensilios del ministerio. Y según la Ley, casi todo es purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay remisión. Era pues necesario que las representaciones de las cosas celestiales fueran purificadas con estos ritos, pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que éstos. Porque no entró el Mesías en un Santuario hecho por manos, representación del verdadero, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora delante de Dios por nosotros (Hebreos 9.19–24, BTX)
La Ley de Cristo es reconocida en las Escrituras del NT de distintas formas:
·                  La Ley de Cristo (1 Corintios 9:20–21; Gálatas 6:1)
·                  La Ley del Amor (Jn. 13:34; Rom. 13:8-11; Gal. 5:14; Sgo. 2:8–9)
·                  La Ley de la Libertad (Gal. 5:1; 1 Pedro 2.15–16; Santiago 1:23-27; 2:11–13)
·                  La Ley del Reino o Ley Regia (Mat. 5-7 – Al menos 7 alusiones al “Reino” en el Sermón del Monte; Santiago 2:5–8)
·                  La Ley de la Fe (Romanos 3.27–28)
·                  La Ley de Dios (Rom. 7:22–25; 8:7–9; 1 Cor. 9:21)
Objeción: ¿En qué Ley se deleitaba David en el Salmo 19?
Si David se deleitó en las sombras y figuras ¿cuánto no más nosotros en las realidades expuestas por Cristo?
En Resumen, La Ley de Cristo es:
1.              Todos los mandamientos de Cristo plasmados en los Evangelios
2.              Los mandamientos de los apóstoles de Cristo plasmados en el Nuevo Testamento y revelados ante la realidad de la Iglesia como Cuerpo de Cristo
3.              Las Leyes y profecías del AT a la luz de su cumplimiento en Cristo
4.              Todas las Escrituras del AT a la luz de la encarnación, obra, muerte, resurrección, glorificación y segundo advenimiento del Hijo de Dios; Jesucristo, y
5.              Toda la Biblia, donde el centro es Cristo.

¿Eso quiere decir que las Escrituras del AT siguen vigentes para el cristiano en el NP? Por supuesto que SÍ. Lo que la Teología del Nuevo Pacto argumenta es que las Leyes que regulaban las condiciones bajo las cuales se llevaba a cabo el AP, es decir, el Pacto Mosaico, son las que han caducado (o quedado sin vigencia) junto con el AP al que pertenecen. Las Escrituras el AT son Escrituras Cristianas y así se deben de entender.
¿Qué hay del Mandamiento antiguo de 1 Juan 2:7? Respuesta: Es verdadero en Él (v.8); el cual era imposible de cumplirse bajo el AP; ya que “el que ama a su hermano ha cumplido la Ley”, pero, ¿Hay acaso alguien que haya cumplido la Ley?


Finalmente, es relevante el hecho de que Jesucristo, antes de ascender a los cielos en gloria, dio su “Gran Comisión” a sus apóstoles, diciéndoles que guardaran SUS mandamientos, no que guardaran los mandamientos del Antiguo Pacto: 

“Id pues, discipulad a todas las gentes, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todas las cosas que os mandé. He aquí Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin de los siglos” (Mateo 28.19–20, BTX)





[1] Nota: Es importante resaltar que la Ley es producto del pacto que YHVH celebró con la nación de Israel en el Monte Sinaí y que ningún gentil jamás ha estado bajo ese pacto.

La Ley de Cristo - 1ra. Parte

La Ley de Cristo 
1ra. Parte

Cristo Nuestro Legislador

Dios como Legislador:

Una idea central en toda la Escritura es la de que Dios, siendo el Creador del Universo, Él sólo es capaz de determinar lo que es bueno y lo que es malo; Dios castiga a quienes traspasan sus mandamientos y Él es el único capaz de dictar la sentencia justa sobre la transgresión cometida por el hombre.

Cuando Adán y Eva se rebelaron contra Dios, ellos rechazaron a Dios como Legislador, prefiriendo ser ellos los que dictaran sus propias reglas morales (esta es la figura del “árbol del bien y del mal”, en el que ellos podrían determinar lo que es bueno y lo que es malo según su propio estándar moral). Como consecuencia, el hombre falla en vivir incluso bajo sus propios estándares (su consciencia), mucho más al tratar de vivir de acuerdo a los estándares impuestos por Dios. Luego entonces, todo el relato bíblico, dado este antecedente, presenta la meta de la historia de la redención: Cómo es posible que el hombre pueda estar en paz con el Dios justo y santo y cómo puede conformarse a los requerimientos justos del Dios soberano.

El Hombre siempre bajo algún tipo de Ley

Dios nunca dejó al hombre sin Ley; todo lo contrario, desde el primer hombre y la primera mujer, todo ser humano ha estado bajo algún tipo de Ley Divina; de lo contrario, no habría pecado en el mundo:

“porque por las obras de la Ley ninguna carne será justificada delante de Él, porque por medio de la Ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3.20, BTX)

Por otro lado, Pablo también nos informa en la carta a los Romanos y nos hace saber que, todo hombre está bajo pecado:

“…pues ya hemos acusado tanto a judíos como a griegos, que todos están bajo pecado” (Romanos 3.9, BTX)

Ahora bien, por los versículos anteriores, sabemos que el ser humano ha estado siempre bajo algún tipo de Ley, ya que todos han pecado; luego entonces debemos entender todas y cada una de las situaciones bajo las cuales ha estado el hombre:

1.   El Hombre en su estado de inocencia en Edén
2.   El Hombre en su estado caído sin haber estado bajo ningún pacto directo con Dios
3.   El Hombre caído bajo de un Pacto Legal (por obras) para con Dios
4.   El Hombre regenerado bajo un Pacto de Gracia

Las distintas Leyes bajo las cuales ha estado el hombre:

El Hombre en su estado de inocencia en Edén, el hombre estaba bajo una Ley que se reducía a un solo mandamiento:

Y ordenó yhvh ’Elohim al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto come libremente, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás de él, porque el día que comas de él, ciertamente morirás.” (Génesis 2.16–17, BTX)

Nota: Como podemos ver, YHVH, el Dios Creador siempre ha sido y es quien dicta los mandamientos y ordenanzas bajo las cuales está el hombre, según la condición del hombre, Sus pactos y Sus propósitos en la historia de la redención.

El Hombre en su estado caído sin haber estado bajo ningún pacto directo con Dios. Pablo es cuidadoso de mostrarnos que el pecado reinó en el hombre, incluso en aquellos que no pecaron a la manera de Adán; es decir, incluso en aquellos que pecaron ya estando en un estado caído (teniendo su propio estándar) y no en uno de inocencia (teniendo sólo el estándar de Dios en su naturaleza):

No obstante, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no pecaron en la semejanza del delito de Adán; el cual es figura del que había de venir.” (Romanos 5.14, BTX)

“Porque cuando los gentiles, que no tienen Ley, hacen por naturaleza cosas de la Ley, éstos, no teniendo Ley, son ley para sí mismos; los cuales muestran la obra de la Ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente su conciencia; y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos en el día en que Dios juzgue por medio de Cristo Jesús los secretos de los hombres, conforme a mi Evangelio.” (Romanos 2.14–16, BTX).

Debemos hacer notar que todos los hombres hasta el llamamiento de Abraham y el establecimiento del pueblo de Israel; fueron gentiles (Abraham incluido, pues fue llamado estando en la incircuncisión y no en la circuncisión – Rom. 4:11-12) y que los descendientes de Jacob no tuvieron un código legal hasta que vino la Ley con el Pacto Mosaico.

En este caso, una vez que el hombre pasó a estar en un estado caído, estuvo bajo la obra de la Ley (no una Ley, sino la obra de la Ley) escrita en su corazón, la cual es regida por su propia conciencia, la cual actúa como un árbitro dentro de su ser que le conduce a dos cosas:

            Reconocer a Dios y darle honra como Creador (Rom. 1:18-19, 28)
          Al arrepentimiento dado que esta conciencia “lo acusa o lo defiende según sus                   razonamientos” (Rom. 2:14-16).

Ningún gentil ha estado jamás bajo la Ley Mosaica, ya que esta se estableció única y exclusivamente con el pueblo de Israel, como veremos más adelante.

El Hombre caído bajo un Pacto Legal.  Debemos recordar que Israel fue un pueblo redimido de la esclavitud de Egipto, del dominio del Faraón y de una tierra de servidumbre; sin embargo, esto no quiere decir que Israel fue redimido del pecado y del dominio de Satanás como lo somos nosotros en el Nuevo Pacto; esta es una característica única de los que ahora gozamos la bendición de estar en el Nuevo Pacto. Luego entonces, cuando Dios establece su pacto con el pueblo de Israel, lo establece no con “la iglesia del Antiguo Testamento”, sino con un pueblo descendiente de Jacob el cual tenía diversos propósitos para conformarse como pueblo:
  1. Establecer un pueblo que sería la figura de Su verdadero Pueblo: La Iglesia 
  2. Darles bendiciones materiales y terrenales que funcionaban como un tipo de lo que   recibiríamos todos los integrantes de la iglesia (el anti-tipo)
  3. Salvaguardar la línea mesiánica de la cual vendría Cristo
  4. Dar una Ley a Su pueblo, la cual serviría como un pedagogo que prepararía al judío   piadoso para esperar en el Mesías prometido

Como hemos comentado, todo hombre natural está bajo condenación debido a que siempre hay una Ley bajo la cual está y que ha transgredido, ya sea la ley de su conciencia para el caso de los gentiles o ya sea la Ley escrita en tablas de piedra, para el caso de los judíos.

Ahora bien, la Ley expresada en las tablas de piedra (o el decálogo, como es también conocida), es la parte esencial de la Ley Mosaica, por las siguientes razones:

        El decálogo es identificado en muchos pasajes como la parte medular del Antiguo Pacto: Ex. 31:18; 32:15; 34:28-29; Deut. 4:13; 9:9, 11-15.

b     Deut. 4:13 específicamente iguala al Pacto en Sinaí con los Diez Mandamientos y Deut. 9:9 identifica a las tablas de piedra como las “tablas del pacto”.

       En muchos casos las tablas de piedra (el decálogo) son identificadas como “las tablas del testimonio” (Ex. 31:18; 32:15; 34:29), lo cual llama la atención al hecho de que en el centro del lugar santísimo estaba el “Arca del Testimonio”; pero ¿A qué testimonio se refiere? Según Ex. 25:16 y 22, El Arca es llamada “del Testimonio” debido a que las Tablas de Piedra, las cuales eran llamadas “el Testimonio” fueron puestas en ella (Ex. 32:15; 40:20).

Por otro lado, si bien es cierto que el decálogo era la esencia, la parte medular del Antiguo Pacto, no por ello extingue todos y cada uno de los requerimientos que el judío debía obedecer, ya que es un total de 613 mandamientos y ordenanzas los que componen la Ley del Antiguo Pacto, entre ellos:

a.             La circuncisión
b.             Las festividades
c.             Las ordenanzas civiles
d.             Los requerimientos respecto a las relaciones interpersonales
e.             Las penalidades o castigos por los pecados cometidos
f.              Las regulaciones alimentarias
g.             Las ofrendas y sacrificios

El judío estaba obligado a cumplir todas y cada una de las ordenanzas y mandamientos establecidos en el Antiguo Pacto, bajo pena de ser culpable de todos ellos:

“Porque cualquiera que guarde toda la Ley, pero tropiece en un punto, llega a ser culpable de todos. Porque el que dijo: No adulterarás, también dijo: No asesinarás. Ahora bien, si no adulteras, pero asesinas, te has hecho trasgresor de la Ley” (Jacobo 2.10–11, BTX)

El judío estaba bajo un Pacto Legal, el cual establecía que el hombre que cumpliera las demandas de esta Ley recibiría la promesa de la vida:

“Moisés escribe de la justicia que es por la Ley: El hombre que haga estas cosas, vivirá por ellas.” (Romanos 10.5, BTX)

El Hombre Regenerado bajo un Pacto de Gracia, El hombre bajo un Pacto de Gracia no es condenado por el pecado, sino que entra en este pacto reconociéndose pecador y que no tiene esperanza sino por medio de un Salvador: Jesús, el Mesías.

Los pecados del hombre viejo que entra en este pacto son perdonados en la cruz de Cristo y, al momento de ser traído a Cristo es regenerado como un “nuevo hombre”; es decir, le es dado un nuevo corazón (Heb. 87-13), el cual está en perfecta harmonía con el Creador (Col. 3:9-11; Ef. 4:24) y se le ha dado una nueva vida (Jn. 5:24; 1Jn. 3:14), es una nueva creación (2 Cor. 5:17; Gal. 6:15); el Espíritu Santo viene a hacer morada en él (Ef. 1:13-14) y, las leyes que rigen este pacto, son escritas en este nuevo corazón (Heb. 10:16); es decir, una nueva disposición del corazón surge para alinearse a las demandas del Legislador de este Nuevo Pacto.

Similitud con la posición del hombre bajo las otras Leyes: El Hombre Nuevo sigue estando bajo un tipo de Ley, en este caso, la Ley de Cristo.

Diferencia con la posición del hombre bajo otras leyes: El Hombre Nuevo no puede pecar (1 Jn. 3:9); el que peca es el pecado residual que queda como parte del hombre viejo (Rom. 7:17-20), tales pecados ya han sido perdonados en la cruz de Cristo (1 Co. 6:9-11; Ef. 1:6-7; Col. 2:13-15). El hombre viejo ha sido crucificado en la cruz de Cristo y se encuentra en un estado agónico (Rom. 6:6; Gal. 2:19) y destinado a desaparecer en destrucción eterna al momento de nuestra muerte física (1 Cor. 15:50). El Hombre Nuevo va madurando y se va renovando cada día a la semejanza del Hijo de Dios (Rom. 8:29).

Moisés, el Legislador del AP; Cristo el Legislador del NP


Moisés fue en el Antiguo Pacto:

·                Mediador como siervo fiel sobre la casa de Israel:
“Y Moisés, en verdad fue fiel sobre toda la Casa como siervo, para testimonio de las cosas que se habían de decir,” (Hebreos 3.5, BTX)

·                  Fue Legislador de un ministerio de muerte que habría de desaparecer:
“Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar los ojos en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro (la cual se desvanece)… y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro para que los hijos de Israel no fijaran los ojos en el fin de aquello que había de acabarse.” (2 Corintios 3.7, 13, BTX)

·                  Administrador de las sombras y figuras:
“Pero si estuviera [Cristo] en la tierra, no sería sacerdote en manera alguna, habiendo aún quienes siguen presentando ofrendas según la Ley; los cuales son figura y sombra de las cosas celestiales, como le fue advertido a Moisés cuando estaba por terminar el Tabernáculo; pues: Mira, le dice, haz todas las cosas según el modelo que te fue mostrado en el monte.” (Hebreos 8.4–5, BTX)

“Por tanto, nadie os juzgue en comida, o en bebida, o respecto a solemnidades, o novilunio, o sábados, lo cual es sombra de las cosas venideras, pero la realidad es de Cristo.” (Colosenses 2.16–17, BTX)

Jesús en el Nuevo Pacto fue:

·                  La autoridad como Hijo (como el Heredero) sobre su propia casa, la cual somos todos nosotros, en el Nuevo Pacto: “Y Moisés, en verdad fue fiel sobre toda la Casa como siervo, para testimonio de las cosas que se habían de decir, pero el Mesías, como Hijo sobre su Casa, la cual casa somos nosotros, si nos aferramos a la confianza y a gloriarnos en la esperanza” (Hebreos 3.5–6, BTX).

·                  Sacerdote eterno de un Pacto eterno: “…la cual [esperanza] tenemos como firme y segura ancla del alma, que penetra hasta lo que está en el interior del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho Sumo Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (Hebreos 6.19–20, BTX).

“Porque tal Sumo Sacerdote nos convenía: Santo, inocente, incontaminado, separado de los pecadores, y exaltado por encima de los cielos; que no tiene necesidad cada día, como los sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados y después por los del pueblo, porque hizo esto de una vez por todas ofreciéndose a Sí mismo. Porque la Ley constituye sumos sacerdotes a hombres débiles, pero la palabra del juramento, que es después de la Ley, constituye al Hijo, el cual es ya hecho perfecto para siempre” (Hebreos 7.26–28, BTX).

“Y el Dios de paz, el cual, en virtud de la sangre del pacto eterno, levantó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas, os perfeccione en todo lo bueno para que hagáis su voluntad, haciendo en nosotros lo que es agradable delante de Él por medio de Jesús el Mesías, a quien sea la gloria por los siglos, amén.” (Hebreos 13.20–21, BTX)
·            Ministro de las realidades espirituales celestiales prometidas y no las sombras materiales temporales:  “Por tanto, nadie os juzgue en comida, o en bebida, o respecto a solemnidades, o novilunio, o sábados, lo cual es sombra de las cosas venideras, pero la realidad es de Cristo.” (Colosenses 2.16–17, BTX)

La Tipología de Moisés cumplida en Cristo


Moisés
Jesucristo
Anduvo con Israel 40 Años en el Desierto
Como el verdadero Israel de Dios es probado por 40 días en el Desierto
Sube al Monte Sinaí para recibir la Ley y la promulga en el establecimiento de Israel como nación
Sube al Monte y dicta Su Ley (“Mas yo os digo”), para el establecimiento de los principios que habrían de regir a Su pueblo
Se cubre el rostro para que Israel no pusiera su esperanza en algo que habría de desaparecer
Jesucristo inaugura el Reino de los Cielos para todo aquél que en él cree; este Reino es inconmovible y eterno
Moisés advierte que YHVH enviaría a un profeta “como él” (es decir, un legislador) al cual el pueblo debía oír bajo pena de ser llamado a cuentas por tal desafío
Pedro, en su primer discurso en Pentecostés, identifica a Cristo como el Profeta que habría de venir al mundo.
Tanto Moisés como Elías se aparecen en el monte de la transfiguración, pero al final los discípulos no vieron a nadie más sino Sólo a Jesús (Mat. 17:1-8).
En el monte de la transfiguración, Dios mismo habla acerca de Su Hijo: “Este es mi hijo amado, a él oíd” (Mat. 17:5)



Estudio por Omar Vazquez. A
Editado por : Natalie Pais

PLANTANDO IGLESIAS BAJO LA GRACIA